Para gozar de una sociedad democrática donde la dignidad de los individuos y la libre expresión sean respetados es categóricamente necesario ejercitar la pluralidad y la competencia mediática. Grosso modo la explicación es la siguiente: los ciudadanos necesitamos poder forjar una opinión informada (con datos no ignorantes), formada (con estructura racional capaz de responder a una réplica) y aconsejada (es decir orientada por elementos competentes) sobre temas sociales como salud, seguridad, educación, medio ambiente, energía y gobernabilidad entre otros. Es a través de los medios de comunicación (léase: radio, televisión, telefonía, Internet y los periódicos) que los ciudadanos debemos tener acceso a esta información relevante y así podamos adoptar una postura, tomar decisiones, emitir un voto. Cuando los medios de comunicación son dominados por un mismo grupo central, la competencia deja de existir, el periodismo serio y seguro queda comprometido y la manifestación de diversos puntos de vista se vuelve muy difícil. La única información que persiste en los medios es aquella con la que el grupo central está de acuerdo y aprueba. Eso no es libertad de expresión, es opresión.
La falta de pluralidad y competencia en los medios de comunicación promueve un ambiente estéril de información inverificable y, sin oportunidad a réplica, amenaza a la libre expresión y a la democracia. Basta con observar países donde los medios de comunicación han sido expropiados por el gobierno para ser testigos de cómo la información que llega a su población es evidentemente corrompida.
El Committee to Protect Journalists (CPJ – Comité para Protección a Periodistas) es una organización independiente no lucrativa que promueve la libertad de prensa en el mundo. De acuerdo a esta organización, son estados como Eritrea, Corea del Norte y Siria los que encabezan la lista de países con mayor censura mediática, seguidos por Irán, Guinea Ecuatorial, Uzbekistán, Birmania, Arabia Saudita, Cuba y Bielorrusia. De diferente forma y a diferentes niveles estos países poseen un gobierno represivo donde se llega al poder en condiciones sospechosas o violentas. En ellos se prohíbe la entrada de medios de comunicación extranjeros, se imponen controles a la cobertura de noticias, se les provee a las cadenas mediáticas de un guión a seguir preaprobado por el gobierno; los periodistas que se manifiestan en desacuerdo con las políticas del gobierno son atacados o encarcelados, incluso se bloquean páginas de Internet consideradas como subversivas. En pocas palabras, se ataca violentamente la libre expresión y se compromete la autenticidad de la información expuesta al pueblo.
Sin embargo, no solo los gobiernos tienen la capacidad de controlar a los medios de comunicación, existen empresas que sin necesidad de ser agencias gubernamentales obtienen concesiones para evitar la competencia mediática. Esta práctica también puede bloquear la libre expresión y promover la desinformación de los ciudadanos en países enteros, lo cual una vez más pone en riesgo la democracia.
Hoy por hoy, Latinoamérica tiene la oportunidad de reafirmar el derecho de libre expresión y avanzar la causa de la democracia y la libertad.
-¿Por dónde empezamos?, me preguntará el sagaz lector.
Empezamos con la Reforma a las Telecomunicaciones y en específico con la cláusula que habla sobre la digitalización de la televisión. He aquí el meollo del asunto: el mundo está migrando del sistema que utilizamos para tener televisión en nuestras casas de TV Análoga a TDT o Televisión Digital Terrestre. La TDT se transmite por medio de ondas hertzianas terrestres sin necesidad de cable o satélite. Algunos beneficios de la TDT incluyen mejor calidad de imagen y, debido a su tratamiento digital, la convierte en un sistema interactivo. También es menos susceptible a condiciones climáticas. Sin embargo, la característica más trascendental para el ciudadano es que la TDT nos permite multiplicar la cantidad de canales abiertos dado que la banda es más ancha. ¿Qué significa esto? Significa que donde hay una frecuencia hoy, habrá cuatro o cinco mañana. Si una televisora gozaba de tres canales, mañana podría tener quince.
Frank la Rue, Relator para la Libertad de Expresión y Opinión de la Organización de las Naciones Unidas ha propuesto, en sus diversas visitas a Latinoamérica, que esta nueva tecnología presenta a los países de América Latina con una oportunidad. Los gobiernos pueden continuar concediendo a las televisoras el espacio acordado, sin embargo, con los nuevos canales de comunicación que estarán ahora disponibles, el estado tiene la posibilidad de generar una reserva de frecuencias y utilizarlas en pro de la pluralidad y el servicio al pueblo. Estos canales pueden ser utilizados para retomar la comunicación comunitaria, pública y educativa.
Ahora, es importante mencionar que si no habías escuchado sobre este tema, la razón es muy simple: los medios no prefieren que el pueblo sepa que esto está por ocurrir. Si los ciudadanos no aprendemos qué se está decidiendo con la Reforma de las Telecomunicaciones, la televisora que tiene la concesión de una frecuencia hoy se quedará con las frecuencias adicionales que surjan de esta tecnología mañana. En palabras de la periodista Carmen Aristegui, “si el pastel se hace más grande y queda en las mismas manos, pésima noticia”, pues más canales que provengan del mismo poder centralizado nos darán una falsa sensación de aumento de opciones y pluralidad pero en realidad será una falacia.
No hay un caso modelo aún, otros países han caído en la centralización de sus medios debido a la incauta legislación de nuevas tecnologías, la desregularización de las normas del juego para las radiodifusoras y cadenas televisivas y la evidente presión del capitalismo. Estados Unidos por ejemplo, antes de la firma del Acta de Telecomunicaciones de 1996 gozaba de competencia entre 15 compañías de telefonía, después de la reforma sólo siete sobrevivieron y al parecer más compañías continúan desapareciendo. En cuanto a la Radio, antes del Acta de Telecomunicaciones de 1996, una compañía radiodifusora podía tener sólo 40 estaciones nacionales, después de la reforma ya no hay límite, una misma compañía puede tener un número ilimitado de estaciones de radio a lo largo y ancho del país. Esto ha provocado que dos terceras partes de la radio del país hayan sido vendidas a grupos comerciales gigantes.
Fuentes:
http://inorbt.com/2011/12/04/orbtdoc-como-a-mdia-brasileira-sufoca-a-liberdade-de-expresso/
http://www.envivo.icrt.cu/tecnologia/208-la-era-digital-irrumpe-en-america
http://cpj.org/reports/2012/05/10-most-censored-countries.php
posted on March 03, 2013 04:35PM GMT